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Mostrando las entradas de 2007

La Navidad

La navidad, una época, una fecha muy importante, el balance del año, recuerdos de momentos vividos con gente que ya no está entre nosotros en cuerpo y alma o sólo físicamente, caras nuevas, ideas que se suman y sentimientos que permanecen intactos. Sentados en una mesa que nos reúne a todos, resaltando y manteniendo vivos los valores de la familia, comiendo mucho, compartiendo lo que prepararon todas nuestras madres (tías, abuelas, mamás), durante los días previos. Y bien digo, porque aprovechamos para acercarnos con los que por alguna razón teníamos algún conflicto, nos decimos cosas que durante el año no hubiéramos mencionado, nos perdonamos, nos abrazamos, y el clima es de amor y paz al pie de un árbol que espera el nacimiento de Jesús y llenarse de regalos para cuando sean las doce y terminemos de brindar, para los que creemos. Y ahí lo mejor, el feliz navidad, felicidades, los mejores deseos, los besos, los abrazos eternos, el brindis y ese sonido de las copas al chocar, y a lo m

Una desconexión hacia la conexión

Fui al Tigre al final como quería. Había hablado con mamá y Rubén el domingo para ir los tres juntos pero al final por un tema de plata decidieron quedarse. Así que me fui solo a desconectarme y a conseguir mis plantitas como lo había planeado desde un principio. La verdad es que me sentí bien, busqué sensaciones, sentí la naturaleza, el viento en la cara, el sonido y la frescura del agua del río, tuve los cinco sentidos alerta para no perderme nada. Esos eran los momentos que había ido a buscar. Y logré en parte lo que quería. No era lo que tenía pensado, en referencia a la cantidad de gente que había y el ruido. Más bien quería algo tranquilo, verde, viento, pájaros, armonía interior y escucharme. Sólo ocurrió en ocasiones durante el paseo en lancha y cuando me acerqué un momento a orillas del río y escuchaba la banda de jazz y me sentía en algún clásico bar de algún pueblo alejado de la urbe de los Estados Unidos y sin conocerlo, como si estuviera participando de alguna película. Po
OBELISCO. El símbolo de la Ciudad reunió a muchos porteños que se juntaron a disfrutar del sopresivo fenómeno. ¿Podemos hablar de otra cosa que no sea de nieve? Por Cristian Vazquez. De la Redacción de Clarín.com crvazquez@claringlobal.com.ar ¡No! ¡Claro que no! ¡Por supuesto que no! ¿Cómo vamos a hablar de otra cosa, si puede que sea la única vez en un siglo en que tengamos tal ocasión? Porque ayer nevó sobre Buenos Aires, y fue histórico y todo eso que ya dijo todo el mundo por ahí, incluida la tele. Es decir, la tele ayer casi no dijo otra cosa (y hoy sigue y seguirá varios días más). Eso nos recuerda algo que escribimos por aquí hace no mucho, de cuando llovió, llovió, llovió y siguió lloviendo. En ese momento nos admiramos un poco de la cobertura que la TV le daba a la lluvia y la tendencia a mirar por TV la lluvia que se podía ver por la ventana. Pero ahora no podemos decir lo mismo, porque este sí que fue un acontecimiento: nevó por primera vez en 89 años. Y tuvimos la ocasión d

Meli...

Extraño tu contención, tus abrazos, tus besos, tus sonso, gestos o maneras de hablar compartidas, nuestras miradas que alcanzan para saber lo que nos pasa, saber que pensaaamos y decirlo al mismo tiempo, nuestras charlas de todos los días, o esas charlas a veces muy necesarias, tan particulares, tan nuestras. Comer juntos y vernos un ratito, aunque fuera el único en dos días, un mensaje para salir a la puerta o al patio a cagarnos de risa o fumar un cigarrillo. Me queda corto un día a la semana cada vez que podemos, en comparación a cinco Meli, te necesito. Me faltan consejos, cagadas a pedos, algún que otro golpe o palmada. El cable a tierra que me hace ver la realidad cuando me equivoco. La que le encuentra el lado positivo a las cosas cuando no lo tienen o yo no se lo encuentro. El otro día te miraba y pensaba en lo diferente que estás, en lo bien que se te ve, tan preocupada con tu relación, tan comprometida, tan enamorada, con ese brillo en los ojos cada vez que hablás de Seba, el

Desde lejos y hace una semana y dos días

Han pasado 3 años, 36 meses, 144 semanas, 1095 días, 26 mil doscientas ochenta horas, 1.576.800 minutos y 94.608.000 segundos. Transcurridos junto a ustedes, de los que me llevé conmigo los mejores recuerdos. Y con ellos me sale recordar la biblioteca y los momentos vividos, buenos, increíbles, malos también, son mis compañeras de trabajo, Ceci que estás siempre, que le ponés el pecho y das la cara todos los días pase lo que pase por abrir la maldita biblioteca, por ser como sos, con tu apoyo siempre que necesité una mano, por nuestros desahogos juntos, en llanto o a las puteadas, por darnos ese aliento porque nos teníamos los dos, por cagarnos de risa, esas tentadas que duraban una hora, por los cigarrillos juntos, las comidas que no me olvido más, por las charlas esas que cuando nos poníamos eran durísimas!!, te quiero y gracias, por tantas cosas que los dos llevamos guardadas de lo que vivimos. Maryyy, por ser como una abuela para miii, por ser esa señora correcta que se sonrojaba

Vértigo

Recibiré postales del extranjero, tiernas y ajadas, besos, recuerdos. ¿Cómo están todos? Te echo de menos. Cómo pasa el tiempo... Seremos otros, seremos más viejos, y cuando por fin me observe en tu espejo, espero al menos que me reconozca, me recuerde al que soy ahora. Aquellas manos, aquella mujer, aquel invierno no paraba de llover, perdona que llegue tan tarde, espero saber compensarte. Estás tan bonita, te invito a un café, la tarde es nuestra, desnúdame. Tras el relámpago te decía: "Siempre recogeré flores en tu vientre". Otro hombre dormirá contigo y dará nombre a todos tus hijos. Ven, acércate a mí, deja que te vea, que otras primaveras te han de llevar muy lejos de mí. Vértigo, que el mundo pare, que corto se me hace el viaje. ¿Me escucharás, me buscarás, cuando me pierda y no señale el norte la estrella polar? Las frías mañanas en la facultad, tú casi siempre huías conmigo al bar, y me enfadaba si preferías el aula a mi compañía. Sobre la mesa botellas vacías, qué s

Perfil de mi vida - Sólo parte de ella

Tiene 21 y está en segundo año de periodismo, y cuando le preguntan si le gusta la carrera afirma: “No sé si es a lo que me voy a dedicar el día de mañana, pero por ahí es el puente para escribir o hacer otra cosa”. Nació un 19 de abril de 1985 en la Capital Federal en el seno de una familia de clase media baja. Al año se mudó al Gran Buenos Aires, junto a sus padres a la localidad de Francisco Álvarez, a la altura de la parada Los palitos, nombre que sólo conocen los que allí han vivido o visitado a familiares o amigos, si iban en colectivo por supuesto. Allí, según cuentan familiares y amigos vivió los mejores años de su vida. Las grandes fiestas de cumpleaños, su comunión, los festejos de fin de año con toda la familia unida, para su visión de pequeño, aunque años después se sorprendiera al enterarse que no era todo como a él le hacían creer. La misma sorpresa que tuvo dos años después de mudarse a Capital, al regresar a su antigua casa alquilada, cuando se encontró frente a la pile

Preguntas... Muchas veces sin respuestas... próximas

¿Cómo se consigue llegar a un nivel en dónde se conjuguen de manera armoniosa, el placer y la cotidianeidad que nos acecha todos los días? ¿Cómo se realizan las tareas que nos fueron asignadas o que elegimos en nuestro camino sin caer en la desdicha de la repetición? ¿Cómo se hace para dejar de preguntarse si las decisiones que uno toma a cada minuto son las correctas? ¿Cómo saber que sendero tomar cuando no se a dónde voy? ¿Cómo clarificar mis ideas en medio de la oscuridad total? ¿Cómo pretender encontrarte si no sé por dónde empezar a buscarte? ¿Cómo pretender que me tengas presente si ni siquiera sabés bien lo que me pasa? ¿Cómo correr los riesgos sin tomar los recaudos necesarios? Y aún tomándolos exponerse sin lastimarse? ¿Cómo caminar cuando se desea correr y cómo correr cuando quiero que mis pasos sean lentos, pausados, cansinos? ¿Cómo no desgarrar mi voz para decir lo que siento? ¿Cómo callar en el instante preciso?

Fuerte presión

Algo ejerce una fuerte presión sobre mi cabeza. No sé que es pero no encuentro la manera de contrarrestarlo. Y me hundo cada vez más, parecería no haber límites de profundidad, y sin darme cuenta el agua empieza a entrar en mis pulmones. Poco a poco empiezo a perder el aire que aún queda dentro de mi cuerpo. Sufro, hago mucha fuerza para salir a la superficie y eso me debilita más, el agua continúa entrando en mí ser, me ahogo y nadie puede ayudarme. Estoy completamente sólo, y de repente entro en un estado de letargo. Mis músculos comienzan a distenderse y mis manos, mis brazos y mis piernas ya no nadan hacia la superficie. Todo parece haberse calmado, me siento mejor y ya no me preocupo por morir, entonces me despierto. Y así pienso que los días serán mejores, que cada ayer será la enseñanza para vivir un mañana mejor. Que lo que hice mal trataré de no volver a repetirlo, que lo que me lastimó fue causa de mi mal accionar o simplemente, de las piedras que encontramos en el camino, y

De pie y cantando

Hacíamos el amor compulsivamente. Lo hacíamos deliberadamente. Lo hacíamos espontáneamente. Pero sobre todo, hacíamos el amor diariamente. O en otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles hacíamos el amor invariablemente. Los jueves, los viernes y los sábados, hacíamos el amor igualmente. Por último los domingos hacíamos el amor religiosamente. O bien hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres, por favor, por supuesto, por teléfono, de primera intención y en última instancia, por no dejar y por si acaso, como primera medida y como último recurso. Hicimos también el amor por ósmosis y por simbiosis: a eso le llamábamos hacer el amor científicamente. Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mi: es decir, recíprocamente. Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo, con el miembro convertido en un músculo fláccido no podía llenarla, entonces hacíamos el amor lastimosamente. Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo me imaginaba que no iba a po