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Mostrando las entradas de 2010

Cielo estrellado

Miré al cielo y había miles de estrellas, casi las tenía a centímetros de la cara pero no podía verte. Me refregué los ojos con las dos manos para ver si mi vista me engañaba pero nada, e intenté de nuevo, y nada, entonces empecé a entristecerme. Siempre que te buscaba ahí aunque estuviéramos cerca o lejos te encontraba, porque para mí siempre brillaste con una luz diferente, una luz mucho más fuerte que las demás estrellas, las que te acompañaban, eso te hacía única y fácilmente identificable. Yo solamente miraba para nuestro lugar, por cierto, tu lugar, del que me dejaste formar parte, y sabía donde encontrarte. Pero esta vez, no había dudas, no estabas ahí. Seguramente si le preguntara a la gente, más de uno me diría que te vieron volar en un destello luminoso, atravesando la atmósfera, lo que otros llamarían estrella fugaz. Sin embargo yo prefiero tal vez, pensar que estás en otra galaxia, que otros firmamentos y quien sabe, porque no, otros ojos disfrutan de tu luz, radiante, plen

"Recuerdos que volvían hacia mí, en vagones cargados de recuerdos que hacían paradas en las estaciones de cada momento vívido."

Una foto que me recordó tantas cosas, cosas que no quiero olvidar. Que apareció entre otras, casi sin querer, por causalidad. Luego de no verla durante muchos años. Para recordarme de donde vengo y hacerme pisar más fuerte, para terminar de apoyar los pies sobre la tierra. Bastaba sólo situarse un momento en que aquella época y hacer un paralelismo entre esos años y el último vivido para darse cuenta de que no hacía falta descifrar que cualquiera escogería los primeros. Tal vez es sólo darse de cuenta de que pasan los años y uno crece perdiendo y ganando cosas en el camino. Camino andado y desandado durante el resto de nuestras vidas. Uno suma años, promesas de café a algún gran amor, kilos, canas, tristezas, desamores, y algunos enemigos o tal vez gente con la que no congeniamos, después de todo, no se puede llevarse bien con todo el mundo. Comprendemos que a veces es mejor quedarse con un recuerdo de lo vivido y no volver a buscar algo que nunca más se volverá a vivir. La muerte se

Casa vacía

Volver a casa si no estás, y escuchar el silencio de un invierno que se va. Silencio largo y oscuro que termina en mañanas que apenas veo al caer rendido sobre mi cama. Noches que mueren como yo, lentamente y con un dolor punzante cuando pienso en nosotros, cuando fuimos nosotros. En los espacios que llenábamos juntos mientras aquí habitaron sueños compartidos. Esos que se hicieron trizas después de las últimas palabras, las explicaciones de las explicaciones y cuando ya no había vuelta atrás. Noches amargas en las que las introspecciones son moneda corriente y los autorreproches una daga que atraviesa mi pecho y revuelve mis entrañas en una suerte de juego macabro y cínico. Noches de alcohol y de llanto contenido que se expresa con fuerza cortándome el aliento. Intento morir de pie como los árboles en el bosque, azotados por las inclemencias climáticas y casi no consigo levantarme de la cama para empezar de nuevo. Es en vano, aunque escuche tu mensaje en el contestador una y otra vez
Recuerdo aquellos años de mi infancia. Vivíamos con mi madre y mis hermanos en una casa muy humilde. Papá había muerto hace dos años y las cosas se habían vuelto bastante difíciles para nosotros. Teníamos lo justo y necesario para comer todos los días y satisfacer nuestras necesidades básicas. Mamá se iba muy temprano de casa y llegaba cuando los primeros grillos empezaban a cantar. Yo me ocupaba de mis hermanos menores de 8 y 5 años. Los llevaba a la escuela y los traía, hacía las tareas con ellos y de repente sin darme cuenta entraba en la mitad de mi adolescencia. No fueron tiempos fáciles y las alegrías y sinsabores se mezclan en mi mente de una manera absurda e inexplicable hasta para mí. Ese es un capítulo de esa época del que no me interesa hacer referencia en este momento. Considero que algunas cosas sólo deben contárseles a las personas cuando la relación que los une, sea cual fuera ésta, por medio de la plena confianza que la misma les confiere, les permita abrirse por comple

Caelgloijior

Imagino y no imagino, pienso y unos instantes después me digo a mismo que no puede ser, me convenzo, saco conclusiones, me hago preguntas, las respondo y todo tiene sentido y nada tiene sentido en segundos o minutos. Sin embargo siempre vuelvo a pensar vuelvo a pensar en que si es posible, en que si puede ser, y que hace falta sólo un poco más de tiempo y que tal vez todo sea como espero. Siempre me da mucha intriga seguir conociéndote, terminar descubriendo el porque de tus excusas o los misterios, las preguntas no respondidas y las frases no formuladas. Vuelvo a pensar en tus miradas y las mías, y una sonrisa, una palabra, un gesto y momentos compartidos. Y mientras tanto sin más, te admiro. Admiro tus perfectas facciones de mujer completa, transparente, delicada, femenina, frágil. Y charlo con vos, y te escucho atentamente, y me pierdo, haciendo lo imposible por seguir escuchándote sin hacer evidente nada, absolutamente nada. No creo que lo logre del todo, o por lo menos algo. No l

todos conocemos su historia

Hablan de ella en muchos lugares, su historia es más que conocida por nuestra sociedad y algunos dicen haberla escuchado también en algún viaje, en otros idiomas, en otros tiempos. Algunos le han agregado cosas, es muy difícil saber ya cual es la verdad, pero la esencia del relato está intacta. Dicen que su imagen es siempre igual, que sus rasgos siguen intactos desde aquel día, que sus facciones no muestran el paso del tiempo. Su pelo le cae por debajo de los hombros y le llega a los omóplatos y su figura es delgada y esbelta. Mide un metro, la misma altura que tenía hace 10 años cuando se perdió a los 4 años. Lleva puesta siempre la misma ropa. Su familia aún hoy la sigue buscando con la esperanza de que aparezca pero por alguna extraña razón ella nunca visitó a sus padres. Hay quienes la vieron jugando en su cuarto pero en el momento de comprobarlo no había nadie allí. Una tarde mientras jugaba con dos amigas desapareció de la plaza y papá y mamá jamás volvieron a verla. Sus cosas

¿Cómo te ves de acá a diez años?

¿Cómo te ves de acá a diez años? fue la pregunta que hizo mi profesor de Comunicación y esto fue lo que surgió. Diez años mucho tiempo, un ejercicio no muy fácil de hacer. Un momento reflexivo que genera grandes inquietudes y hace replantearse muchas cosas. Un poco más afianzado que ahora, trabajando por lo menos de relacionista público, tal vez viajando, o establecido en otro país, como España. Con una pareja estable, con proyectos para formar una familia o ya formada. Preguntándome cosas como hasta ahora, todo el tiempo, con la incertidumbre que eso conlleva, investigando, aprendiendo, conociendo. Rodeado de pocos pero buenos amigos y quizás disfrutando mucho como hasta ahora de ser sociable, de renovar los vínculos, siempre.

Agárrate de mi mano...

Llévame a volar. Tómame de la mano y no me sueltes. Déjame susurrarte al oído las cosas más encantadoras que hayas escuchado. Recorramos los lugares más increíbles de esta tierra, podemos ir donde tu quieras, las veces que quieras, sólo pídemelo. Surcaremos los cielos como dos estrellas fugaces y colmaremos de luz todo, por un efímero momento. Y después, cuando parezca que hemos desaparecido, seremos uno y nos fundiremos en único espectro. Soñemos juntos como nunca antes lo hemos hecho. Ten en cuenta que podemos proyectar con lo que quieras, no sabremos de límites, sólo nuestra imaginación. Al principio te parecerá poco, lo sé. Acostumbramos a no dejar caer barreras y paradigmas muy fácilmente. Verás que sin que te des cuenta tendremos el poder de verlo todo. Olvida recordar el tiempo y recuerda cada instante juntos.

Regresa a ti

Me gustaría que busques muy dentro tuyo para encontrar a esa adolescente que fuiste hace apenas unos años atrás. Dime quien era yo, un joven inexperto también. Quizás, tú tengas más información acerca de mí que yo de mi mismo. Haz un esfuerzo y recuerda quienes éramos juntos. Tal vez puedas reescribir parte de la historia que pisoteamos años después. Puede que todo eso sea en vano y que, de todo aquello no te quede más que la voz melancólica de un hombre acompañado por su guitarra, y a veces por un piano. Quizás no te quede nada, no lo sé.