Sólo quería que me escucharas, que nos escucháramos, bueno un poco y poco. Si era eso lo que necesitaba hace ya mucho tiempo. No recuerdo cuando fue la última vez que nos sentamos a saber y ponernos al tanto de lo que le pasaba al otro. Pero sé muy bien porque no lo hacíamos, y paradójicamente era por falta de tiempo. Siempre teníamos cosas que hacer, o veníamos cansados, o no era el momento. Había algo más importante o lo nuestro no era tan importante. Y cada uno con sus cosas, en su mundo, con sus problemas. Y sin que nos diéramos cuenta, el silencio fue ganando espacio, de a poco. Mirando la televisión, o leyendo el diario, o sin intercambiar palabra en el desayuno, o lo que es peor sin que hubiera desayuno.
Y me senté en algún lugar, no sé donde, a pensar como podía habernos pasado a nosotros, con la comunicación que tuvimos toda la vida. Con lo que nos entendimos, porque no me digan que es parte del crecimiento, porque una cosa, no tiene que ver con la otra. Miraba hacia el pasado y volvía, recorría sin aún ahora mientras escribo poder creer lo que estaba viendo, sintiendo, reviviendo. Y eso era la presencia de mis tíos una semana en mi casa y los cambios que produjeron en nosotros, la charla entre todos, un cambio de humor general, otra predisposición.
Por ahí soy yo, no lo sé, tengo mis cosas, mis cambios de ánimo y mis problemas, como todos. Ni más ni menos. Pero no soy parte de todo.
Pero hice extensivo mi recorrido hacia el trabajo y creo que ahí lo que descubrí fue peor. La gente corría para todos lados, ocupada para conformar los caprichos de alguien que nos paga a fin de mes. Y me entristecí, porque descubrí lo mismo con mis amigos, y observando actitudes que yo tengo con los demás.
Empecé a darme cuenta que no es esto lo que quiero para mi vida. Que todo esto no está bien y que necesitamos tener aunque sea pequeños momentos que nos hagan tomar aire, respirar, no bajar la cabeza ni los brazos, mantenernos erguidos ante la vida, con ganas de seguir. Y dedicar un tiempo a ver lo que pasa a nuestro alrededor, a comunicarnos, creo en aún en las sonrisas, los abrazos, un te quiero, un te amo o en las miradas que dicen todo, Y en la charla en la cena y no en la cena con un televisor y nosotros intentando charlar. Creo que la falta de comunicación es el problema más grande por el que atraviesa nuestra sociedad.
Comentarios
esto vale porque fue la primera impresion! pero ahora tengo mas cosas para decir..esto me hace pensar en lo agotador de la rutina, no solo la del trabajo..la de la vida en general, la flia, la pareja..todo se vuelve insipido llegado un punto..y depende de uno (de los implicados en realidad.. uno o mas) no dejar que eso pase, o intentar revertirlo cuando pasa.
pero a veces esas cosas resultan taaan agotadoras, (sumadas a muchas otras) que hasta perdemos la comunicacion con nosotros mismos, no solo con los demas... perdemos la facilidad de reir, nos cuesta horrores mirarnos a los ojos.. todo es gris. en fin! ya es muy tarde y deliro...
sabias que te quiero? =)
besos fede..cuidate