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Tucumán día 1

Después de 14 horas de viaje llegué a San Miguel de Tucumán. Fui a la Oficina de Turismo en la estación de ómnibus y averigué cual era el camping por el que yo había averiguado el día anterior, que era municipal. Me dijeron que no era conveniente que fuera ahí, que era peligroso, que no tenía seguridad, ni agua caliente. Bien, entonces desistí y el camping más cercano queda a 40 kilómetros de San Miguel. Se llama el Cadillal y es privado y muy seguro. Los servicios que hay para allá son 3 y en horarios muy dispares como a las 10, a las 14.30 y a las 18.30 y lo mismo o parecido para volver de allá. Mi situación era bastante complicada dado que los chicos llegan mañana y tengo que estar a las 7 de la mañana en la terminal para recibirlos y partir para Tafí del Valle. Con lo cual cuando a la tarde temprano me enteré que venían mañana y no pasado como yo pensaba decidí quedarme definitivamente en la capital. Fui a la Oficina de Turismo en el centro y averigué por los hostels más cercanos y terminé en "La posta del viajero. Hostel Gaucho". Aquí la habitación compartida con 8 personas más en la que estoy solo porque no hay gente ni sábanas gracias a Dios, sale $30 por día o por noche y la atención es muy buena. Las comodidades que tiene son Internet, un lavadero para lavar la ropa, cocina con utensillos, heladera, cocina de cocinar, soga para colgar la ropa y baño obviamente. El trato es fantástico.
Llegué aproximadamente a las 16.30, con un taxi, prácticamente deshidratado, después de recorrer toda la parte céntrica de San Miguel. Fui a la Catedral, a la iglesia de San Francisco, saqué fotos al Parque Nacional 9 de Julio, próximo a la Estación de Ómnibus, después fui para La Plaza Independencia, donde también tomé fotos, y a la Casa de Gobierno, a la Casita de Tucumán, o (Casa de la Independencia), donde pude disfrutar de las que a la noche me enteraría que eran todas réplicas de las antguedades expuestas. Lo único original es la Sala de la Jura de la Independencia, según me contaría Victor, que es Lic. en Turismo y uno de los chicos que trabaja en el hostel.
Saqué muchas fotos pero San Miguel esconde otra cara totalmente distinta por la noche. En la Plaza Independencia la gente toda se acerca a tomar aire, a disfrutar en familia del aire libre. A comer en los alrededores, y las opciones son variadas. Desde una hamburguesa hasta una pizza y de postre helado, en alguna de las dos o tres heladerías que rodean la plaza. Para que los nenes se diviertan en las puntas de la plaza están los vendedores de inflables de diferentes personajes y tamaños. Desde Mickey a Winnie de Pooh, pasando por el Hombre Araña, Tweety o los Power Rangers. Otra cosa que noté son muchos nenes y nenas de entre 3 y 4 años vendiendo cosas o pidiendo. Me pasó una cosa muy linda y triste a la vez. Se acercó a mi una nena de no más de la edad antes mencionada con una caja de pastillas refrescantes en la mano y le di $0.50 y le pedí si me daba un beso, se acercó me dio un beso, le dije gracias y se fue mirándome con una sonrisa. Me encantó y me partió el corazón por no poder ayudarla. Y me llenó de odio ver después que tenía 3 hermanas y que los padres estaban sentados mientras ellas a su corta edad trabajaban.
Todos los edificios cambian entre el día y la noche. La iluminación nocturna es absolutamente increíble y la da otro aspecto y otra vida a la ciudad. Cambia, muta. Y por último pude presenciar en la Casa de la Independencia un espectáculo de histórico de luces y sonido ambientado en la época de la independencia. Que centra al espectador en tiempo y espacio haciendo referencia a los días previos, mientras ocurría y posterios a la independencia nuestra frente a las colonias españolas. Imperdible, un show que transporta en el tiempo, y las fotos con los personajes de época lo mejor entre las mejores cosas.
Mañana llegan Pablo, Ponzuá y una amiga de ellos. Los voy a buscar a la terminal y partimos para Tafí del Valle. Espero seguir sorprendiéndome. Gracias San Miguel por todo lo que me diste.

Comentarios

Anónimo dijo…
Si van a Tafí del Valle, te recomiendo un recorrido. Hagan el circuito "Valle de las Carreras" que da la vuelta al valle de Tafí llegando al Mollar, por una ruta alternativa.
Si llegan a seguir subiendo hasta las Ruinas de Quilmes, no se pierdan El Pichao, una pequeña aldea que es un oasis en el desierto. Prueben los exquisitos dulces artesanales que fabrican allí.
Jota dijo…
claro que es verdad!

gracias por pasar

abrazo
Jota dijo…
qué buen viaje!! (ahora leí lo que ayer no leí)

abrazo
Anónimo dijo…
Hola, te invito a darte una vuelta por mi blog, saludos.

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