Volver a casa si no estás, y escuchar el silencio de un invierno que se va. Silencio largo y oscuro que termina en mañanas que apenas veo al caer rendido sobre mi cama. Noches que mueren como yo, lentamente y con un dolor punzante cuando pienso en nosotros, cuando fuimos nosotros. En los espacios que llenábamos juntos mientras aquí habitaron sueños compartidos. Esos que se hicieron trizas después de las últimas palabras, las explicaciones de las explicaciones y cuando ya no había vuelta atrás. Noches amargas en las que las introspecciones son moneda corriente y los autorreproches una daga que atraviesa mi pecho y revuelve mis entrañas en una suerte de juego macabro y cínico. Noches de alcohol y de llanto contenido que se expresa con fuerza cortándome el aliento. Intento morir de pie como los árboles en el bosque, azotados por las inclemencias climáticas y casi no consigo levantarme de la cama para empezar de nuevo. Es en vano, aunque escuche tu mensaje en el contestador una y otra vez ...
Este es un lugar al que vengo cuando me quiero olvidar del mundo. O tal vez acordarme de otras épocas, o proyectar hacia el futuro. Un espacio para dejarme llevar y expresarme tal cual soy. Para volar, viajar, y disfrutar de las maravillosas herramientas que nos da nuestro lenguaje, las palabras.