Esos ojitos me miraron y no pude evitar entristecerme, en por la realidad que les había tocado vivir. Ella caminaba con una pesada bolsa a sus espaldas, debería tener unos 14 años, y su hermano unos 10, ambos detrás de su madre que estaba unos pasos por delante revisando las bolsas de un árbol que se encontraba a sólo unos metros nuestro. Y sentí dolor, mucho dolor, por su pequeña espalda cargando un gran peso, por su carita cuando la levantaba y le costaba horrores hacerlo. Pensé que hacía mucho frío, que podría enfermarse, que me sentía afortunado por las cosas que tenía y con la familia que me había tocado nacer. Y no porque la familia de ella fuera mejor o peor que la mía, simplemente pensaba en que yo volvía de trabajar y que entraba a mi casa y dejaba mis cosas para ver a mis seres queridos. Que íbamos a sentarnos a tomar mate, o quizás charlar unas palabras o ver un rato de tele. No importaba todo aquello. Simplemente no podía sacarme de la cabeza que ellos iban a seguir caminan...
Este es un lugar al que vengo cuando me quiero olvidar del mundo. O tal vez acordarme de otras épocas, o proyectar hacia el futuro. Un espacio para dejarme llevar y expresarme tal cual soy. Para volar, viajar, y disfrutar de las maravillosas herramientas que nos da nuestro lenguaje, las palabras.