Como tantas madrugadas encerrados en un coche, en una calle sin luz, una calle sin nombre, los dos frente a frente se miran despacio, tras dedicarse al amor y su trabajo. Secan su sudor, secan su sudor, tal como han aprendido, no han olvidado. Él piensa ya nada es lo de antes, la vida debe estar en otra parte, donde no la divisa porque ella le ciega con cárceles de oro, con amor sin tregua. Ya nunca volverán, ya nunca volverán, ya nunca volverán a hacer nada por vez primera. Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas, huiremos lejos de aquí, a otro planeta. Llévame donde no estés, un muerto encierras. Él le regala unas manos llenas de mentiras, ya no le parece tan bello el cuerpo que acaricia. Ayer eclipse de sol eran sus pupilas, hoy son lagunas negras donde el mal se hacina. Qué pena me da, qué pena me da, qué pena me da, todo se termina. Ella ya no ama sus vicios, le busca en los ojos, pasa un ángel volando y se encuentra con otro. Ayer sus dos brazos eran fuertes ramas donde...
Este es un lugar al que vengo cuando me quiero olvidar del mundo. O tal vez acordarme de otras épocas, o proyectar hacia el futuro. Un espacio para dejarme llevar y expresarme tal cual soy. Para volar, viajar, y disfrutar de las maravillosas herramientas que nos da nuestro lenguaje, las palabras.